PostHeaderIcon capitulo 9

Cogimos unas mochilas del cuarto trastero que nos echamos a las espaldas repletas de víveres que habíamos cogido de los armarios de la cocina de Ramón. Buscamos lo que tardase más en caducar y fuese sencillo de preparar. Cogimos encendedores, cerillas, un par de cuchillos y rellenamos los huecos restantes de las mochilas con botellas de agua que había en la nevera.

Era el momento de salir. El Sol había salido hacía pocos minutos por lo que tendríamos bastantes horas de luz por delante sin necesidad de electricidad.

Me aseguré de llevar encima tanto las llaves del piso como las del coche de Ramón así que tras echar un ojo por la mirilla de la puerta, salimos del piso. Cerré con llave ya que el piso era un refugio que se podría utilizar en un futuro y nos dirigimos con cautela escaleras abajo.

Eran cinco pisos más el que conducía al parking. Bajamos lentamente a la cuarta planta, donde la puerta de uno de los pisos estaba abierta, pero no había luz en el interior. Continuamos bajando, llegando al segundo piso, donde un reguero de sangre apuntaba al piso inferior y no invitaba a bajar, pero no teníamos más remedio.

Yo iba primero y bajé un par de escalones con cautela y pude ver el cuerpo de un hombre lleno de sangre plantado delante de la puerta del ascensor. ¡El ascensor, claro! ¿Cómo no se nos había ocurrido antes utilizarlo para bajar al parking? Aún había electricidad y debería funcionar.

Volvimos al segundo piso y llamamos al ascensor, lo cual formó un alboroto que hizo callar al silencio que reinaba en todo el edificio. El ruido pareció haber alimentado la curiosidad del hombre que se encontraba en el primer piso y ahora subía por las escaleras, mientras el ascensor abría sus puertas mostrándonos una salvación momentánea.

Corrimos hacia dentro y pulsamos el botón del parking. Las puertas empezaron a cerrarse lentamente, pero el hombre ya corría hacia nosotros y metió un brazo en la cabina del ascensor antes de que las puertas se cerrasen completamente. Las puertas se abrieron y sin pensármelo empujé con todas mis fuerzas al hombre, que cayó rodando por las escaleras. Ésta vez sí, el ascensor se cerró y comenzó a descender hacia el parking mientras oíamos como aquél hombre había vuelto a subir al segundo piso y golpeaba con violencia la puerta del ascensor.

Llegamos al parking sin más sobresaltos. Las puertas se abrieron y un montón de coches esperaban en la oscuridad a que alguien los arrancase, pese a que muchos de ellos se quedarían allí para siempre.

Empecé a apretar el mando a distancia del coche, pero no parecía abrirse ninguno. Caminamos unos metros entre las filas de coches hasta que uno dio varios pitidos y los intermitentes se encendieron. Era ese. Un todoterreno de gama alta casi nuevo. ¿Cómo podía Ramón permitirse ese coche? Con lo que salía del periódico está claro que no… Al menos yo no podría haberme permitido ese coche en la vida.

Abrimos el maletero e introdujimos las mochilas dentro. Era un maletero bastante grande, incluso sobraba espacio después de poner las dos grandes mochilas cargadas de comida, agua y varias cosas más.

Cerré el maletero y miré con una sonrisa a Vanesa – ¿Nos vamos? – le dije.

- Creo que no – Contestó Vanesa mirando algo detrás de mí.

- Yo tampoco lo creo, dame esas llaves.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No me convence lo de que recojan víveres incluso mirando fecha de caducidad al segundo día y sin noticia ninguna de que pase eso en ningún otro sitio(sin mencionar que si piensan que ha sido algo tan contundente y definitivo como pa mirar fechas de caducidad tampoco habría demasiada gente refugiada consumiendo víveres, con lo que no tendrían problemas en mucho tiempo para conseguir enlatados.
Desproporcionado.

Matias dijo...

Anónimo dijo...

No me convence lo de que recojan víveres incluso mirando fecha de caducidad al segundo día y sin noticia ninguna de que pase eso en ningún otro sitio(sin mencionar que si piensan que ha sido algo tan contundente y definitivo como pa mirar fechas de caducidad tampoco habría demasiada gente refugiada consumiendo víveres, con lo que no tendrían problemas en mucho tiempo para conseguir enlatados.
Desproporcionado

Muy cierto

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