PostHeaderIcon Capitulo 2


Ramón es más listo de lo que aparenta a simple vista. Posiblemente por eso decidí asociarme con él para crear el periódico. Por eso y porque sabe mucho más de lo que cuenta. Tiene muchos contactos y eso para un periódico son fuentes de información de las que nutrirse. Nos conocimos estudiando ambos periodismo, de eso hace ya unos años. Estuvimos trabajando por separado para algunos medios de comunicación locales y hace unos meses decidimos probar suerte en conjunto con un periódico de tirada por ahora semanal.

Tenemos una chica en prácticas trabajando para nosotros. Es maja. Trabaja mucho y cobra poco, pero está en prácticas, ¿no? Pues es lo que le toca. Por cierto, ya llega.

- Hola. Perdona que llegue tarde. El coche. Quiero decir, la batería. Me he quedado tirada y he tenido que llamar a la grúa…

- No te preocupes, pasa.

Tras ella entró Ramón por la puerta, con un paquete en las manos, dando voces como de costumbre.

- ¡Sabía yo que lo tenía cogido por los huevos a ese! Apenas una semana ha tardado en llegar.

- De ese paquete es de lo que hablabas el otro día por teléfono, ¿verdad? – Le pregunté.

- Exacto. Esto es lo que nos hará famosos y espero que, si no ricos, nos dé los suficientes ingresos como para comprar una imprenta mejor que la birria que tenemos en el local de abajo.

Vanesa y yo esperábamos expectantes ver que salía de aquella caja mientras él la abría cual niño abre sus regalos de Reyes la mañana del 6 de Enero.

- ¡Tachán! – Soltó Ramón mientras nos mostraba un frasco de vidrio que ponía éternité, igual al que mostraban todos los medios durante los últimos días.

Al principio pensamos que era broma, que era simplemente una de las docenas de copias baratas que se habían puesto de moda desde que se anunció la salida del producto. En cualquier mercadillo podías ver gente pregonando que tenía el elixir de la vida eterna y que lo vendía al módico precio de 20€, cuando el producto real se iba a poner a la venta por ni más ni menos que 1.000.000€ la dosis. Aún así había gente que lo compraba, supongo que más para usar el bote como decoración que por creer realmente en sus efectos milagrosos.

Pero no era una broma. Sacó un certificado de autenticidad de los laboratorios de Burdeos y un librillo con instrucciones en un montón de idiomas. Después sacó una jeringuilla mientras decía para sí que no sabía que esto fuese inyectado en vena.

La verdad es que tal y como lo anunciaban, parecía que se consumiría por ingestión, echo todas las copias baratas que habían salido en tiempo récord se ingerían como si de una poción mágica se tratase.

- ¿Cómo coño…? ¿Cómo coño has hecho que te envíen esto, que tiene un valor de un millón de euros y cómo lo has hecho para que lo hagan semanas antes de que el producto se venda de forma oficial?

- Ya te lo dije. Hay gente que me debe favores. Bueno, a ver, preparad una cámara que pienso grabar éste momento en vídeo. El primer hombre inmortal de la historia… Esto es comparable a cuando Armstrong al pisó la luna o cuando Colón llegó a América.

Vanesa apareció con una cámara en sus manos dispuesta a grabar las imágenes más emocionantes de la historia.

- A ver… ¿Estás grabando? Que se vea bien el bote. Y el certificado éste, que es lo único que no llevan las falsificaciones a día de hoy. ¿Qué digo? Menudos nervios. A ver… Hmm… Hola. Soy Ramón Vila, director, perdón, codirector del periódico “Noticiero Express” y estoy apunto de convertirme en el primer hombre inmortal de la historia.

Todo sonaba ridículo. ¿De verdad eso funcionaría? Ramón iba soltando su discurso ante la cámara mientras Vanesa grababa sin pestañear y yo los miraba sin dar crédito.

- Vamos allá pues. Llenamos la jeringa de éternité y… Espera, no puedo. ¿Puedes ayudarnos, Vicente? ¡Sé partícipe de éste momento histórico, hombre! Simplemente me inyectas esto aquí…

Sin decir nada solté un suspiro y le cogí la jeringuilla de las manos. Miré el líquido e hice que saliese un poco de la jeringuilla para no inyectarle aire, lo cual sería mortal.

Pinché en el brazo y presioné el émbolo de la jeringuilla hasta que todo su contenido se encontró en el interior de Ramón.

Él mismo se presionó el brazo con un algodoncillo que ya venía en el “pack de la vida eterna”.

- Que, ¿cómo te sientes?

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