PostHeaderIcon capitulo 4

Corrí hacia el salón y pude ver a Vanesa asomada a un gran ventanal que daba a la calle. Había cristales en el suelo y no vi a Ramón. Como no hacía falta preguntar qué había sucedido bajé a toda hostia los cinco pisos que me separaban de la calle y cuando salí del portal me encontré con Ramón en el suelo en una postura imposible. Miles de trocitos de cristal brillaban a la luz de las farolas y la sangre manaba de su cuerpo creando un camino rojizo que evidenciaba una ligera pendiente en la acera.


Arriba Vanesa miraba con los ojos como platos y las manos en la boca. Me agaché sobre el cuerpo de Ramón y le puse dos dedos en el cuello. Nada. Miré hacia arriba y negué con la cabeza a Vanesa, que empezó a llorar en silencio.


Me levanté y cogí el móvil para llamar una ambulancia. Mientras contaba lo sucedido a la operadora Vanesa gritó: ¡Ramón! ¡Está vivo!

Me giré retirándome el teléfono de la cara y pude ver como Ramón trataba de incorporarse. Me acerqué a él rápidamente y lo cogí por un brazo, preguntándole si estaba bien aunque era evidente que no lo estaba. Seguía chorreando sangre y su ropa se había teñido de color granate. Con un movimiento rápido hundió sus dientes en mi brazo y apretó con todas sus fuerzas. ¿Se había vuelto loco? Grité e instintivamente lo empujé, haciéndolo caer al suelo de nuevo. Con él se había llevado un pedazo de carne y ahora era yo el que sangraba.


¡¿Qué mierda te pasa, tío?! Le pregunté apretándome con fuerza la herida.

En éste momento llegó la ambulancia con las luces encendidas pero sin la sirena, para no despertar a los vecinos. Bajaron un chico y una mujer preguntando que qué había pasado. El chico se acercó a mí y le enseñé el brazo mientras la mujer se interesaba por Ramón, que trataba de incorporarse de nuevo.

Mientras me arremangaba para poder ver la herida pude ver como Ramón cogía a la mujer y le mordía en plena cara, desfigurándola. Tras ello la golpeó salvajemente contra un coche y la mujer cayó al suelo, inmóvil.

El chico me miró y fue hacia Ramón, gritándole, mientras él golpeaba repetidamente la cabeza de la mujer contra el asfalto convirtiéndola en un amasijo de huesos, pelo y piel.


Cuando el chico estaba lo bastante cerca Ramón lo atacó brutalmente. Le golpeó torpemente con sus puños en la cara dejándolo semiinconsciente y entonces comenzó a rasgar su piel y su carne con uñas y dientes. La calle se tiñó completamente de rojo y yo corrí hacia el portal, cerrando la puerta una vez estuve dentro. Cuando Ramón pareció cansarse de golpear y maltratar el cuerpo del chico me vio. Me vio y vino a por mí. Corrió hacia la puerta y la embistió con todo su cuerpo, haciendo estallar el vidrio y pasando a través de él sus brazos que se desgarraban, lo cual no parecía importarle lo más mínimo.


Viendo que la puerta no iba a aguantar ni una embestida más como la primera, corrí hacia arriba, hacia su piso. Cerré la puerta y eché la llave lo más rápido que pude. Vanesa me esperaba de pie en el salón, con el rostro desencajado. Sin cruzar palabra miramos a través de lo que quedaba del ventanal y pudimos ver como algunas personas iban llegando para intentar ayudar a los asistentes médicos que yacían en el suelo.

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