PostHeaderIcon Capitulo 35

El tiempo se paró en ese momento. Docenas de muertos forcejeaban tras la verja metálica e incrementaron su actividad al vernos aparecer. Todos estaban muertos indudablemente. Algunos presentaban mejor aspecto que otros, pero todos estaban muertos.

Un chico con el pelo apelmazado y lleno de sangre introducía el muñón que era su brazo por la verja mientras gemía como un animal enloquecido.
Una mujer anciana, que estaba partida por la mitad a la altura de las costillas se encontraba agarrada a los barrotes por la parte más inferior de éstos. Mientrastanto otros cuerpos le pisoteaban la cabeza convirtiéndola en un amasijo carnoso.

Nadie dijo nada, pero todos comprendimos que deberíamos sobrevivir allí dentro más tiempo del deseado. Deberíamos administrar mejor si cabe los pocos suministros que hubiesen, puesto que la opción de salir ya no era viable.

Entramos dentro y cerramos las puertas. Estuvimos hablando un buen rato y llegamos a la conclusión de que nos debieron escuchar llegar, además de escuchar todo el ruido que habíamos armado al encontrar a la mujer en los servicios y a los muertos en la piscina. A partir de ahora trataríamos de no armar follón, aunque quizá ya era demasiado tarde.

El ruido que hacían los muertos seguramente atraería a más y más y, pese a que no me atreví a decirlo, seguramente lograsen entrar tarde o temprano si su número seguía creciendo a ese ritmo.

Decidimos hacer una batida por todo el edificio para asegurarnos que no quedaban más muertos dentro que los que había en la piscina y la que se encontraba atada en los jardines exteriores y para conseguir reunir el poco alimento que allí hubiese.

Por suerte, no había más muertos; pero por desgracia tampoco había demasiados alimentos y menos para mantener a seis personas. Pudimos saquear algunas máquinas expendedoras, concretamente dos. Una de ellas estaba repleta de bebidas y agua, la otra de chocolatinas, patatas y demás tentempiés. Además pudimos encontrar un bocadillo de chorizo en un cajón de la mesa que había en recepción. Supongo que era el almuerzo o la comida de la recepcionista pero cuando el mundo se fue a la mierda se lo dejó olvidado.

Comimos y bebimos algo, no lo suficiente, pero almenos tuvimos algo que llevarnos a la boca. Guardamos todo lo que nos quedaba, que no era más que la mitad de lo obtenido y nos dispusimos a dormir, esperando que la absencia de ruido dispersase a los muertos. No era un lugar cómodo pero conseguimos unas colchonetas inchables de la piscina y las estiramos en los vestuarios.

Teníamos un día de margen para encontrar la manera de salir de allí.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Que no pare el ritmo frenético.

¡Ánimo!.

Grande, muy grande.

Seguidores