PostHeaderIcon Capitulo 32

Tras tomar la salida abandonamos la cómoda carretera de asfalto para tomar un camino de tierra bastante irregular. La amortiguación del coche rechinaba con cada pequeño bache o piedra. No tardamos en encontrar la gasolinera que se encontraba a las afueras del pueblo. Desde allí podíamos ver el pueblo que no era más que pequeños grupos de casas que se extendían por la ladera de una pequeña montaña.

Detuve el coche al lado de uno de los surtidores y paré el motor. Desde donde me encontraba no veía a nadie. La gasolinera tenía aspecto de llevar tiempo en desuso. Al ser un pueblo pequeño es posible que fuese una gasolinera vieja, pero tenía la esperanza de que aún quedase combustible.

Bajé del coche para comprobarlo y una vez estuve fuera pude ver que detrás de la gasolinera había otro vehículo. Era un camión cisterna. Se encontraba con la puerta del conductor abierta y estaba en una posición algo extraña ya que cortaba un pequeño camino de tierra.

Pese a todo, no parecía haber nadie por la zona. Me dirigí hacia la manguera del surtidor y la introduje en el depósito tras quitarle el tapón al mismo.

Vanesa y Violet parecían nerviosas dentro del coche.

Apreté, pero no parecía suceder nada. Probé con la manguera de un octanaje superior, pero tampoco sucedió nada.

Entonces se me ocurrió una idea. ¡Claro, todo encajaba!.

- Esperad aquí, ahora vuelvo - Les dije a ellas, y salí corriendo hacia el camión sin prestar atención a lo que me decían. Supongo que protestaron.

Llegué al camión cisterna. Era posible que ese camión estuviese allí porque iba a llenar los depósitos de la gasolinera, pero se desató el caos y el conductor tuvo que abandonar el camión para salvar su vida, o para tratar de hacerlo al menos.

No sabía como acceder al combustible que debía haber dentro del camión, así que accioné al azar una de las válvulas que había en la parte posterior del camión. Desde una enorme manguera comenzó a fluir el combustible que rápidamente encharcó la zona y me empapó la ropa.
Cerré la válvula lo más rápido que pude.

Ya sabía que el camión tenía combustible y cómo sacarlo, pero necesitaba poder llevarlo hasta el depósito del Mitsubishi.

Corrí hacia la gasolinera y patiné con el combustible que había en el suelo alrededor del camión pero pude mantener el equilibrio y evitar así el ridículo.

Una vez dentro de la gasolinera y, tras asegurarme de que no había nadie, busqué recipientes que pudiese llenar. Encontré un montón de garrafas con líquido refrigerante para el motor. Cogí algunas, todas las que pude, y vacié su contenido en el suelo de la tienda. No había tiempo que perder. Si el camión estaba abandonado de esa manera era porque algo había sucedido. De eso no había duda. Así que era posible que hubiese algun muerto por los alrededores.

Salí de la tienda de la gasolinera con las garrafas vacías y corrí hacia el camión, esta vez con más precaución para no resvalar de nuevo. Dejé las garrafas en el suelo y volví a accionar la válvula. Fui llenando las garrafas una a una, aunque la mayoría del combustible acababa esparcido por el suelo formando un lago negro que se extendía en todas direcciones.

Volví a cerrar la válvula y me dirigí al vehículo.

Violet bajó del coche y comenzó a guardar algunas de las garrafas en el maletero. Me había leído el pensamiento. Era una buena idea llevar todo el combustible que pudiésemos. Eso nos evitaría tener que repostar durante más tiempo y poder evitar líos como en el que estábamos en ese momento.

Llené el depóstio hasta que la gasolina rebosó por el borde y me dispuse a cerrarlo cuando vi a alguien que se acercaba. Corría hacía a mí. Era un hombre de mediana edad y de complexión fuerte al que le asomaba una gran barriga bajo una camiseta que llevaba el mismo logotipo del camión cisterna. Definitivamente el conductor no había podido escapar y ahora quería que nosotros nos quedásemos haciéndole compañía para toda la eternidad.

Subí al coche a toda prisa y grité a Violet para que hiciese lo mismo. No pudo cargar todas las garrafas con el combustible pero poco importaba eso ahora.

No habría problema. El hombre estaba lo suficientemente lejos todavía como para poder escapar. Metí la llave en el contacto con manos temblorosas y la giré. El motor tosió un par de veces y se paró. Volví a intentarlo. Otra vez. Una más. En el peor momento posible la batería volvió a fallarle al viejo Mitsubishi.

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