PostHeaderIcon Capitulo 31

Me desperté entre arcadas. Los rayos solares de la mañana habían calentado el cadáver esparciendo por toda la zona su tufo insoportable. Pude contener el vómito hasta que salí del coche. Me limpié con algunos de los pañuelos que había encontrado el día anterior en el Mitsubishi y entonces me di cuenta de que tanto Vanesa como Violet dormían.

En teoría una de ellas debería estar montando guardia pero el día de ayer había sido demasiado duro como para respetar los turnos de guardia. No me enfadé. Hubiese sido difícil que una de esas criaturas nos hubiesen localizado estando el coche tras los arbustos y en medio de una vía interurbana.

Abrí el capó, tratando de no despertarlas pero vi como Vanesa abría los ojos y se tapaba la nariz y la boca con las dos manos. Deberíamos haber alejado el cadaver de la joven la noche anterior.

Salió del coche y me ayudo a identificar todas las piezas que ocultaba la carrocería del coche japonés. No tardamos en localizar la batería. La saqué y la examiné lo mejor que supe pero sin un voltímetro no tenía manera de saber si estaba gastada o no. Limpié los bornes de la misma y la volví a colocar en su sitio.

Violet ya se encontraba fuera del coche también. La había despertado mientras colocaba la batería.

- ¿Lo has arreglado? - Me preguntó mientras su rostro mostraba una mueca de asco debido al repugnante olor.

- No lo sé. Prueba a ponerlo en marcha.

Se sentó en el asiento del conductor y giró las llaves que ya se encontraban en el contacto. El motor tosió varias veces antes de quedar en silencio.

- A ver, déjame. - Le dije haciéndole gestos para que se apartase.

Giré el contacto apretando a fondo el acelerador y esta vez sí, el motor rugió y se puso en marcha.

Ambas subieron al coche de inmediato entre gritos de júbilo. Volvíamos a tener medio de transporte. Volvíamos a tener algo a lo que agarrarnos.

Puse el coche en la carretera sin mucho problema y seguí hacia adelante sin perder de vista las montañas que se encontraban al norte. Eran nuestra única referencia para llegar a Burdeos.

Pese a que el coche funcionaba, el indicador de la gasolina no se había movido un ápice. O estábamos en reserva (imposible de saber en un Mitsubishi Galant GTO de los años 70) o el indicador de la gasolina estaba roto. Cualquiera de las dos cosas era mala.

Decidimos parar a repostar en la próxima gasolinera que viésemos indicada y así descartar, o no, que el indicador estaba roto.

Tras recorrer unos diez kilómetros vimos señalizada en la carretera una gasolinera. Se encontraba en un pequeño pueblo al que accedimos tomando una salida a la derecha un kilómetro más allá. Sin duda era una mala idea entrar en un nucleo urbano, aunque fuese pequeño, pero no teníamos más remedio si no queríamos seguir el camino a pie.

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