PostHeaderIcon Capitulo 36

El Sol comenzó a llegar a su posición más alta, indicándonos que nos encontrábamos cercanos al mediodía. Continuábamos nuestro camino hacia Burdeos por carretera pero cada vez era más difícil avanzar.

Al principio, simplemente encontrábamos un muerto aquí o allá que salía corriendo tras el coche durante un rato. Después, fue un goteo constante y era raro no tener a uno o varios tras el coche. Normalmente corrían un rato, hasta que nos perdían de vista u otra cosa les llamaba la atención, pero para cuando eso sucedía ya nos había visto otro que se había puesto a correr tras nosotros.

Más tarde encontramos algunos coches; la mayoría bloqueando la calzada y que tuve que ir esquivando de la mejor manera posible invadiendo el arcén.

La aguja del depósito se encontraba abajo del todo, pero no porque no tuviésemos combustible, sino porque finalmente estaba rota. Estimábamos que nos quedaba no más de medio depósito, unas dos horas de viaje antes de tener que volver a parar.

En dos horas podríamos llegar a la frontera sin problemas, pero, ¿y si las cosas allí estaban peor?

Todo lo que íbamos encontrando mientras avanzábamos evidenciaba que la población, en un intento desesperado por escapar, había decidido ir hacia el país vecino en busca de refugio. Todo parecía indicar que muchos no lo habían conseguido.

La mano de un muerto que no había visto golpeó la ventanilla y me hizo pegar un bote en el asiento del Mitsubishi y acelerar a fondo del susto. Al mirar por el retrovisor vi al hombre en el suelo, incorporándose. El coche, al ir a tanta velocidad lo había arrastrado hasta el suelo.

- ¡Frena! - Gritaron las dos chicas al unísono.

Frené en seco y miré al frente. Debido al frenazo el coche se caló. Delante habían un montón de vehículos empotrados los unos contra los otros en lo que debía haber sido un accidente múltiple. Seguramente algunos habían ardido pues se encontraban carbonizados. Otros simplemente eran un amasijo de hierros que poco tenía que ver con el coche que había sido hasta hacía unas semanas atrás.

Los muertos empezaron a correr hacia nosotros saliendo de todas las direcciones. Muchos salían de entre los coches, donde seguramente habían encontrado su última víctima. Giré la llave en el contacto, pero el coche no se encendió.

- Me cago en la puta... - Musité.

Los muertos comenzaron a golpear el coche, pude oír como varias ventanillas se rompían en mil pedazos. Con manos sudorosas probé de nuevo a girar la llave en el contacto; nada. En ese momento un muerto saltó sobre el capó del coche, dejándome ver unas zapatillas deportivas gastadas y descoloridas. Incluso una de ellas estaba rota y asomaban unos dedos sucios y mugrientos. Sólo pude contar tres, en algún momento debió perder los otros dos, seguramente en el momento que se rompieron las zapatillas al pasar demasiado cerca de algo cortante.

Vanesa, en un ataque de pánico y sin decir nada, salió del coche y echó a correr. Todos los muertos que había alrededor del coche salieron tras ella como los galgos salen tras la liebre en una carrera.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

SPOILER

Nooooo Vaneeesaaa!!... ya es carne de cañon...

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