PostHeaderIcon capitulo 14

El día empezaba a llegar a su fin y si queríamos pasar una noche medianamente tranquila deberíamos acondicionar el lugar aunque sea mínimamente para que fuese seguro.

Atrancamos la puerta de la verja poniendo tras ella un escritorio que había en la “oficina”. La madera estaba podrida pero aún así ofrecería una buena resistencia tras la puerta ya que su peso seguía siendo considerable. El resto de la alambrada esperábamos que aguantase, al menos esa noche.

Antes de encerrarnos pasamos el coche dentro del recinto y lo cubrimos con una lona vieja que cubría un montón de cajas llenas de camisetas. Si alguien pasaba por la zona lo que menos nos interesaba es que supiese que estábamos allí y un todoterreno en perfectas condiciones podría llamar la atención de cualquiera además de ser nuestro único medio de transporte.

Dentro procedimos de manera similar. Taponamos la puerta con cajas llenas de camisetas. No era lo ideal, ni siquiera sería suficiente si una persona intentaba entrar, pero sin duda la retrasaría lo suficiente como para darnos tiempo a reaccionar, o eso esperábamos.

Por supuesto no había electricidad, por lo que los fluorescentes y demás luminaria que había repartida por el almacén de poco nos serviría una vez entrada la noche.
Violet seguía sin fiarse demasiado de nosotros así que optó por encerrarse en la oficina para pasar la noche. Vanesa y yo cogimos un par de cajas con camisetas y las esparcimos por el suelo para poder dormir sobre algo que no fuese el frío suelo.

Quizás fuese por la irrupción de Violet, pero desde que supimos que yo estaba infectado Vanesa se distanció de mi, pero no la culpo, no puedo decir que yo no lo hubiese hecho. Mi cuerpo es como una bomba de relojería que un día u otro explotará. Quien sabe si ésta misma noche no tengo un paro cardíaco y me levanto convertido en un monstruo.

Quizás debiese apartarme de ellas, no me gustaría hacerles daño llegado el momento, pero me da miedo quedarme sólo y más tal y como está la ciudad ahora.

Un ruido me sacó de esos pensamientos. Era la verja de fuera, no había duda. Un golpe seco había hecho vibrar el alambre y ahora se mecía rítmicamente. Antes de que le dijese nada a Vanesa, Violet ya salía de la oficina con el arma en la mano. Miró por una de las ventanas rotas y nos hizo una señal para que mirásemos nosotros.
Alguien estaba pegado a la valla. Ya estaba oscuro y costaba distinguir si era un hombre o una mujer, pero alguien o algo estaba ahí delante tocando la verja.

No íbamos a salir a ver qué quería o quién era así que nos mantuvimos en silencio observándole durante unos minutos. Parecía que quería entrar, pero tampoco ponía mucho empeño en ello.

Tras estar unos minutos observándole, Vanesa estornudó y entonces arremetió violentamente contra la valla. Ese estornudo fue como la detonación de una bomba. Pareció haber activado a quien fuese que era quien golpeaba la verja. Lo hacía una y otra vez, creando un ruido ensordecedor.

Pronto nos dimos cuenta de que o le parábamos o atraería a todo ser vivo – o muerto – situado a kilómetros a la redonda. Los primeros no tardaron en llegar. Posiblemente eran los que nosotros mismos habíamos atraído y dejado un poco atrás con el coche ese mismo día. Ahora golpeaban con furia la verja y cada vez era más evidente que teníamos que salir de allí. Si llegaban a entrar en el recinto estaríamos perdidos. Las pocas provisiones que teníamos estaban en el coche pero apenas durarían un par de días y, aunque así fuese, lograrían entrar por la fuerza tarde o temprano.

Pregunté a Violet por qué no trataba de dispararles pero ella me hizo un gesto negativo con la cabeza. Realmente serviría de poco dispararles, eran demasiados.
Apartamos las cajas de camisetas de la puerta y salimos al recinto. Al salir se nos cayó el mundo encima. Era mucho peor de lo que podíamos preveer. Mucho peor de lo que habíamos podido ver desde la ventana. El recinto estaba casi completamente rodeado por cuerpos que zarandeaban la oxidada verja a su antojo. Entre los atacantes, ahora que estaba más cerca, podía ver niños. Niños de pocos años de edad con heridas que harían escalofriarse al más curtido de los enfermeros que atendían las urgencias intentaban cogernos metiendo sus pequeños bracitos por la alambrada.

Por suerte no se habían dado cuenta de que la alambrada disponía de puerta y ésta no era atacada más que cualquier otro punto de la verja. No parecían ser muy inteligentes.
Los cuerpos seguían llegando, ya debían ser cientos los que se habían acercado corriendo hacia el almacén y apoyando todo su peso contra la valla hacían que ésta se inclinase ligeramente hacia adentro. Caería. Sin duda caería en poco tiempo.

- ¡Al coche! ¡Subid al coche! – Nos gritó Violet.

Los gritos no hicieron más que avivar a la muchedumbre que empujaba ahora con más ahínco si eso era posible.
Subimos al coche tras retirar la lona que lo cubría y yo lo hice en el asiento del conductor, como lo había hecho durante todo el día.

- Agachaos y pisa a fondo. Es nuestra única posibilidad de salir de aquí con vida.

1 comentarios:

Horacio Campos dijo...

Genial!!! cuando sale el proximo capitulo??

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