PostHeaderIcon Capitulo 48

Una gran sala de reuniones del club de fútbol hacía de improvisado comedor aprovechando una larga mesa. La mayoría de los allí presentes eran soldados y con ellos apenas una veintena de civiles. Me dirigí hacia Raquel que estaba repartiendo la cena.

- ¿Cómo va? - Le pregunté.
- Bien. Con lo poco que hay hemos intentado hacer algo de cena.
- Me refería a cómo estás tú.
- La verdad, no lo sé. No sé si ha sido buena idea venir aquí.
- No hemos tenido más opción. Ellos nos rescataron de la piscina y de momento parece que podemos sobrevivir aquí. ¿Cómo está la pequeña?
- Bien. Hay otro niño del que se ha hecho amiga. ¿Tú qué tal?
- Trabajando en un robot... A ver si lo hago funcionar.

Me puso una especie de sopa sin mucho condimento y me ofreció una chocolatina

- Esto es por el sello de tu cartilla - me dijo.
- Luego nos vemos - Le dije recogiendo el plato y la chocolatina.

Me dirigí hacia mi hija que estaba con su nuevo amigo:

- Hola, veo que has hecho una amiguito - Le dije.
- Sí. Se llama Fran.

El chico asintió con la cabeza.

-Tengo algo para vosotros - Les dije mientras les ofrecía la chocolatina.

Sonrieron y la cogieron gustosos. Mientras les veía disfrutar con el regalo vi que en una mesa tras ellos estaban sentados los militares que parecían tener un rango superior a los demás. Entre ellos se encontraba el Sargento que me hizo un gesto para que me acercase.

Me ofreció que me sentase con ellos y pude ver como algunos de los soldados no aprovaban su decisión aunque nadie dijo nada.

- ¿Cómo va lo que le encomendé? ¿Para cuando estará listo?
- Creo que esta noche podré mostrarle algo - Le dije.
- Magnífico.

En ese momento se abrió la puerta y entró un soldado raso que corrió hacia el Sargento y se dispuso a hablar con él. La fortuna quiso que yo estuviese allí y, aunque hablaron entre susurros, pudiera enterarme de lo que acababa de suceder.

PostHeaderIcon Capitulo 47

Llevaba ya dos horas examinando las piezas que estaba dentro de la caja que el Sargento me había dado y no tenía ni idea de por donde empezar. El soldado raso que habían enviado a vigilarme me miraba con cierto excepticismo. Supuse que él tenía tantas dudas como yo de que fuese capaz de llegar a montarlo y hacerlo funcionar.

En realidad pensaba más en Laura y Raquel que en montar aquél Terminator alemán.

Con algo de esfuerzo logré ensamblar varias piezas que conformaba un brazo articulado. Se lo mostre al soldado para demostrarle que iba avanzando y, tras suspirar, giró la cara.
Supuse que en el extremo del brazo debía conseguir acoplar una de las dos pinzas que había encontrado en la caja, pero no sabía muy bien cómo hacerlo.

Decidí seguir sacando piezas de la caja e irlas agrupando según la parte del robot a la que perteneciesen, como cuando haces un puzzle. Pero era bastante más difícil que un simple puzzle ya que no tenía nada en lo que fijarme. No sabía si tenía piernas o ruedas, ni cuanto medía, ni qué complementos llevaba.

Al soldado le sonó el walkie-talkie: - No hay novedades - dijo. Después de que le dijesen algo me pasó el walkie-talkie.

- ¿Sí? - Probé a decir, para ver de quíen se trataba.
- Señor Torres, ¿cómo lo lleva? - Era el sargento.
- Pues verá, es bastante complicado.
- ¿No se aclara con los planos y las instrucciones?

Me quedé pensando unos instantes y, sin contestarle, saqué todas las piezas que quedaban en la caja y allí estaban. Un cuaderno con las instrucciones y desplegables que mostraban el diseño del robot. Me sentí algo estúpido y miré al soldado, que negaba con la cabeza ligeramente.

- ¿Me recibe, señor Torres?
- Sí, sí. Creo que antes de que anochezca puede que tenga notícias para usted. - Le dije sin saber si aquél hallazgo me serviría para agilizar mi tarea.
- Excelente. No olvide que en menos de una hora está previsto que se sirva la cena en el comedor principal. El soldado que está con usted le acompañará hasta allí y después volverán al almacén. No olvide enseñar el sello al recibir la comida.
- Así lo haré. - Dije mientras le devolvía el walkie-talkie al soldado.

Empecé a hojear el cuaderno mientras el soldado acababa la conversación con el Sargento y lo primero que se me pasó por la cabeza fue "tierra trágame". El cuaderno se encontraba en un estupendo alemán que, por supuesto, no comprendía. Almenos si pude echar un vistazo a los planos y esquemas del robot y así pude tener una idea de como debía quedar tras montarlo.

Las imágenes distaban mucho de lo que había imaginado. Ya no era un robocop o un terminator sino que se parecía mucho más al mítico Johnny 5.

Tras un rato de examinar los bocetos y planos comencé a montarlo. Comencé por la base y ésta constaba de un sistema de tracción oruga como la que usan los tanques. En las instrucciones vi un 30km/h que supuse que era su velocidad punta. No era una maravilla pero suficiente para un robot de reconocimiento. Para sortear escalones o grandes desniveles lo hacía ayudándose de sus brazos, sobre los que caminaba si era necesario.

Cuando ya tenía montado la mitad o más el soldado me tocó la espalda y me indicó que debíamos irnos, aunque no dijo nada. Era la hora de cenar, seguramente que con un par de horas más tendría a Johnny 5 listo para ser enseñado al Sargento.

PostHeaderIcon Capitulo 46

- Como sabéis nos robaron muestras del producto y por eso se ha desatado toda esta locura. Y supongo que os estaréis preguntando, ¿pero cómo es posible? Supongo que algo sabéis sobre la Turritopsis Nutricula así que me ahorraré esa parte. La dificultad la encontrábamos en cómo hacer que el ADN de la turritopsis y el nuestro se "fusionasen" y al final dedujimos que lo mejor era trabajar con algún virus que nos hiciese ese trabajo. Es mucho más fácil trabajar con el ADN de un virus que con el de cualquier otro ser vivo (si el virus podemos decir que está vivo, claro) ya que su complejidad es mucho menor...

Pero a lo que iba, introdujimos mediante ingeniería genética parte del ADN de la Turritopsis en un herpes virus y éste se encargaría de, una vez dentro del cuerpo humano, "infectar" todas las células. Saben cómo actúa un virus ¿no? Se lo resumiré muy brevemente: El virus entra en el cuerpo de su víctima, se instala en una de sus células y combina su ADN con el de la víctima, obligándola a crear más virus, después la celula por lo general explota dejando salir todos esos virus que seguirán infectando todas las demás células de la víctima.

Como decía introdujimos el ADN de la Turritopsis en un herpes virus y parecía que ya lo teníamos, pero nada más lejos de la realidad. ¿Saben lo que es un herpes? No es más que un virus latente que se reproduce cuando las defensas del huésped estan bajas o alteradas. Es entonces cuando el virus aprovecha para expandirse. Me parece importante que sepan esto para poder seguir con la explicación...

Pues bien, nosotros con nuestro producto inoculamos a la persona una cantidad de virus que, si bien infectará completamente (o casi) su organismo, no se crearán más virus gracias a que el sistema inmunitario no lo permite, como sucede con los herpes que os explicaba.

Como ya sabréis, los herpes son incurables, por mucho que la "herida" desaparezca volverá a aparecer en cuanto las defensas de la persona infectada bajen de nuevo por lo que, como estaréis suponiendo, esto también es incurable.

- ¿Pero cómo el virus toma el cuerpo y lo controla? - Pregunté.

- A eso iba. No sea impaciente. Aquí funciona igual. Cuando la persona infectada muere su sistema inmunitario deja de funcionar y el virus tiene via libre para hacer lo que le plazca y según algunas pruebas que hemos hecho a algunos infectados, cada célula del cuerpo es totalmente independiente de las demás aunque pueden trabajar de forma conjunta. Por eso esos cadáveres andantes no se detienen pase lo que pase. Pueden partir el cuerpo en dos que éste seguirá vivo y utilizando las funciones que le queden para intentar infectar a más huéspedes.

- ¿Y por qué nos atacan los muertos? - Volví a preguntar.

- ¡Se lo acabo de decir! Para infectar a más huéspedes. Es como cualquier enfermedad, no se contagian simplemente para joder, intentan colonizar todo lo que pueden como cualquier otra especie.

- ¿Y cómo se contagia? - Insistí.

- Por transmisión de fluidos. Saliva, sangre... Incluso una simple lágrima contiene miles de virus. Una herida, un arañazo, una mordedura o mantener sexo con ellos -dijo con cara de pervertido - son formas de infectarse. Por cierto, habrán visto que tenemos algunos perros. La razón es simple, a ellos no les atacan. El virus está diseñado para infectar el cuerpo humano por lo que los perros pueden atacar y dominar a los muertos de forma muy efectiva sin sufrir daños. Por el momento es nuestra mejor arma.

- Verá a mí me mordieron aquí - Dijo Ramírez enseñándole la herida. - ¿Eso significa que soy inmortal?

- No amigo, seguramente la cantidad de virus que tiene usted en el cuerpo es insuficiente como para mantener a su organismo sin envejecer, lo que no quita que usted cuando muera sea uno de esos monstruos que hay por ahí fuera.

Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo al saber definitivamente que me convertiría en una de esas cosas. Tras ver curarse la herida pensé que ya estaba a salvo.

- ¿Y no me lo puede curar? Necesito regresar a Costa Rica sabe.

- Le podemos hacer unas pruebas para verificar si realmente está infectado... Quédese conmigo.

- ¿Y ahora mismo en qué estás trabajando? - Le preguntó Violet.

- Pronto lo sabrán. Pero ahora deben ir con Bertrand. Seguro que quieren darse una buena ducha, comer algo y descansar.

- Me deben algo.

- Ah, claro. Bertrand le devolverá su arma.

Jack le hizo un gesto al hombre y éste le devolvió el arma a Violet.

Comimos, nos duchamos y nos dieron ropa limpia. Intenté que no me vieran la herida en ningún momento.. No me fiaba de esta gente. Nos dejaron en una habitación en la que habían dos camas y un fluorescente que la iluminaba. No había otro mobiliario. Ni siquiera ventanas. Cerraron la puerta desde fuera y nos dejaron descansar.

PostHeaderIcon Capitulo 45

Dos hombres uniformados que portaban fusiles de asalto nos gritaban frases en francés mientras un gran rottweiler que estaba sujetado por un tercer hombre nos ladraba sin cesar.

Violet sacó lentamente su pistola y la dejó en el suelo.

- ¡Pousser! - Grito uno de los hombres.

- ¿Qué dicen? - Susurré.

Violet, sin contestarme, chutó la pistola en direccion a los hombres. El que era más bajo de los dos se agachó y la recogió.

Nos condujeron hacia el edificio blanco ante la mirada del perro que sin duda estaba deseoso de que intentásemos algo para tener la oportunidad de abalanzarse sobre nosotros.

Al llegar, uno de ellos pulsó el botón de un interfono y después de que le dijesen algo que no pude oír él dijo: - Sourvivars on trouvé.

Tras ello las puertas se abrieron y entramos en el edificio. Recordaba a un hospital por su aspecto y entonces comprendí que nos encontrábamos en el laboratorio que habíamos estado buscando.

- ¿Qué quieren de nosotros? ¿A dónde nos llevan? ¿Les conocéis? - Iba preguntando Ramírez.

Llegamos a una gran sala donde nos recibió un hombre de pelo cano. Al verle su rostro me recordó al de Jack Nicholson, lo que no era nada tranquilizador.

El hombre nos miró y al ver a Viole su rostro cambió.

- Oh Violet! What are you doing here? And, who are your friends? - Dijo "Jack".

Pese a hablar en inglés el acento francés era muy reconocible.

Después, sin que Violet respondiese, nos miró a Ramírez y a mí y nos dijo: - Hi! Do you speak english or french?

- ¿Quién es usted? - Preguntó Ramírez.
- Oh, castellano. Hola! ¿Me entiende ahora? Disculpad mi precario castellano, no lo domino demasiado...

Se giró, cogió algo que había sobre la mesa y lo guardó en un cajón. Se giró y ahora su gesto pareció mucho más serio.

- ¿No me dirás quién son, Violet?
- Éste es el cerdo que me robó el proyecto - Me dijo Violet.
- Cerdo... Eso no ha sonado muy bien... - Dijo recuperando el tono amable.

De pronto, como si no se hubiese percatado antes de que estaba por allí, empezó a gritarle en francés al hombre que llevaba el perro y éste salió de la habitación.

- No me gusta que haya animales en la zona de trabajo - Nos dijo sonriendo mientras se volvía a girar hacia su mesa de trabajo en la que habían vasos de precipitado y demás instrumental de laboratorio. - Dime, Violet, ¿por qué has venido? Si ha sido para matarme aprovecha ahora que estoy de espaldas, no tendrás mejor oportunidad.

- He venido, mejor dicho, hemos venido para intentar arreglar lo que habéis hecho.

- ¿Lo que hemos hecho? Nos robaron el producto, bien lo sabes.

- ¿Os robaron el producto? ¡Vosotros nos lo robásteis a nosotros!

- En absoluto... Mi equipo y yo sólo nos llevamos nuestro trabajo. De todos modos, lo hecho, hecho está. Si quieres ayudar, quédate, si no ve y no me entorpezcas.

- Te ayudaré. Es la única forma de arreglar esto, pero cuando todo se solucione, te mataré.

- Jajajaj me parece bien... Siempre tan amable. Así pues, creo que debo poneros al día y contaros un par de cosas.

Seguidores