PostHeaderIcon Capitulo 40

El helicóptero avanzaba rápidamente sobre las calles de la ciudad. Los muertos salían de edificios, matorrales, coches y otros sitios donde se hubiesen metido y miraban al cielo alzando sus brazos -aquellos que aún los conservaban- tratando de alcanzarnos.

- Ayer haciendo ronda de reconocimiento vimos la acumulación de muertos alrededor de las instalaciones de la piscina e imaginamos que debía haber gente allí atrapada - Comentó el cabo Fernández mientras miraba por una ventanilla. Me miró y siguió su discurso.

- Decidimos venir a buscarles como hemos hecho con los supervivientes que hemos ido encontrando y ha sido posible rescatarlos. Sabemos que hay mucha gente encerrada en sus casas pero no podemos hacer nada por ellos. No hay forma viable de llegar hasta donde se encuentran. Han tenido suerte ustedes - Terminó diciendo mientras su rostro mostraba una media sonrisa.

- ¿Hacia donde nos dirigimos? - Preguntó Rubén.
- Nos dirigimos hacia el estadio de fútbol donde hemos conseguido atrincherarnos cuando la zona segura saltó por los aires. Parece ser que alguien infectado logró entrar y...
- Lo sabemos, estábamos allí - Le corté.
- ¿Y volvieron a la ciudad?
- Sí. Queríamos defender nuestros hogares, nuestra ciudad - Contesté.
- Un error que les pudo haber costado la vida, de hecho les ha costado la vida a sus dos amigos. Bien, como decía, cuando la zona segura saltó por los aires los muertos salieron en todas direcciones haciendo que fuese imposible controlarlo. Nosotros no nos encontrábamos allí, estábamos de camino en ese momento y perdimos las comunicaciones poco después. Sobrevolamos la zona y nos dimos cuenta de que algo había pasado, la gente corría en todas direcciones perseguida por los muertos y pocos lograron escapar. La última comunicación que recibimos fue para decirnos que abortásemos la misión, pero no recibimos nuevas órdenes.

- Y después, ¿qué pasó? - Preguntó Rubén.

- Después tuvimos que tomar decisiones. La primera fue buscar un lugar seguro y que permitiese el aterrizaje y despegue de los tres helicópteros que teníamos. Los dos Super Puma que habéis visto y un helicóptero de transporte CH-47 Chinook.

- Y decidieron que un estadio de fútbol era el lugar ideal - Me adelanté.

- Si no el ideal, era un buen sitio. Aterrizamos y cerramos a cal y canto todas las entradas que tenía el estadio y utilizamos algunas de las estancias como improvisados dormitorios.

- ¿Cuánta gente hay allí? - Preguntó Rubén, rascándose la barba que le había crecido en las últimas semanas.

- Contamos con medio centenar de soldados y hasta ahora hemos podido rescatar una veintena de personas, aunque sabemos que hay cientos, quizá miles en las ciudades y pueblos más próximos.

- ¿Y cuál es el plan? - Quise saber.

Un soldado resopló.

- El plan es sobrevivir hasta recibir nuevas órdenes y rescatar a todos los civiles que podamos, pero si no recibimos noticias del exterior en los próximos días podríamos encontrarnos en una situación comprometida.

- ¿Hay suficiente alimento? ¿Material básico? ¿Armamento?

- Después seguimos hablando sobre todo eso, hemos llegado.

PostHeaderIcon Capitulo 39

Habían sido dos días duros, durísimos. No sólo por no tener ya alimento, si no por el incesante bramido de esas bestias que se agolpaban alrededor de todo el recinto. Incluso en la parte más interior de las instalaciones sus gritos eran audibles.

No se nos había ocurrido nada para salir de allí. Era imposible saltar la verja e intentar correr; habían cientos, miles de ellos. Muchos más que hacía dos días. Se agolpaban unos sobre otros y en cualquier momento la montaña de muertos rebasaría por alto la verja, no había duda.

Hacía un día, viendo que tarde o temprano conseguirían entrar, habíamos decido encerrarnos en las instalaciones y no salir a los jardines. Estuvimos buscando algún conducto o cañería lo suficientemente grande por la que poder salir de allí bajo tierra, pero no hallamos nada.

Habíamos empezado a resignarnos, empezado a ser conscientes de que aquella piscina sería nuestro sepulcro.

- ¡Vamos a morir! - Gritaba Marta golpeando una pared con su puño mientras lloraba. Raúl fue a consolarla posando una de sus manos sobre su hombro derecho.

- ¿Vamos a morir mami?

- No cariño, claro que no.- No creía ni una palabra de las que acababa de decir, pero no podía decirle la verdad. No a una niña. No a mi hija.

El chico pelirojo salió de la sala donde nos encontrábamos.

- ¿Dónde va? - Nos preguntó Rubén sabiendo que no obtendría respuesta. - ¡Oye! ¡Vuelve chaval!

Salimos tras él y empezó a correr por los pasillos de las instalaciones. Se dirigía hacia la puerta. Seguramente la presión había podido con él y al no poder aguantar más había decidido que lo mejor era entregarse y acabar con la agonía.

- ¡No lo hagas! - Le gritó Raúl.

Abrió la puerta de las instalaciones y el gruñido de los inmortales resonó más fuerte que nunca. Pero además de sus rugidos, había algo más. Un ruido de fondo que cada vez se hacía más audible comenzó a silenciar a los muertos.

- ¿Qué pasa?- Pregunté saliendo con la niña en brazos. Todos miraban al cielo, poníendose una mano sobre los ojos para protegerse del Sol que brillaba como cualquier otro día, ignorante de lo que estaba sucediendo. Sin duda, con humanos o sin ellos, todo seguiría adelante.

Imité a mis compañeros y entonces lo vi. Eran dos helicópteros que se acercaban a nuestra posición. Marta y Raúl comenzaron a gritar y a hacer aspavientos para llamar la atención, pero era evidente que ya nos habían visto.

Conforme se acercaban pude ver que eran dos helicópteros militares. Eran de color verde oscuro y no llevaban ningún distintivo visible, almenos a la distancia a la que se encontraban.

- ¡Son dos Super Puma! - Exclamó Raúl, que parecía emocionantísimo.
- ¿Eso es bueno o es malo? - Preguntó Rubén.
- Bueno. Se trata del AS332 SuperPuma del ejército español. Estamos salvados.

Los helicópteros dieron un par de vueltas sobre nuestras cabezas, supongo que sopesando la posiblidad de aterrizar en los jardines. Seguramente no era el mejor sitio donde posar esos dos pájaros metálicos, pero no había otra opción.

Finalmente acabaron aterrizando sobre los jardines, destrozándolos por completo. Me aparté el pelo de la cara para ver como varios soldados armados con fusiles salían de uno de los helicópteros mientras que el otro sólo abría su portón corredero.

Uno de los soldados parecía tener un rango superior o diferente a los otros dos que se nos acercaban. Él mismo fue quien habló al llegar hasta nuestra posición.

- Hola, soy el cabo Fernández, ¿hay más supervivientes? Hay que salir de aquí cuanto antes.
- No, no hay nadie más ¿Cómo nos han encontrado? - Pregunté.
- No hay tiempo para explicaciones, suban y de camino al estadio les informaremos de la situación.
- ¿Estadio? - Preguntó Raúl, sorprendido.

En ese momento un par de muertos, los que se encontraban en la parte más alta de la montaña de cadáveres, consiguieron saltar al interior del recinto y comenzaron a correr hacia nosotros.

- ¡Vámonos! - Grito el cabó Fernández empujándonos hacia los helicópteros.

Los dos soldados rasos que lo acompañaban alzaron sus fusiles y comenzaron a disparar. Los cadáveres cayeron, pero se volvieron a levantar y continuaron corriendo. Otra ráfaga los envió al suelo de nuevo, a uno de ellos con la cabeza en mil pedazos. Eso no le impidió levantarse y salir corriendo, aunque esta vez lo hizo en la dirección equivocada y acabó chocando contra la verja metálica.

Subimos a los helicópteros. Rubén, Laura, el chico pelirojo, el cabo Fernández yo subimos al primero mientras que Marta y Raúl subieron en el otro. Los dos soldados rasos continuaban disparando sobre los cuerpos maltrechos de lo que algún día fueron personas.

Ahora ya eran varias docenas los muertos que habían conseguido pasar la verja y corrían hacia los helicópteros.

Las hélices empezaron a girar mientras los dos soldados todavía disparaban a la vez que iban reculando hacia el helicóptero donde se encontraban Raúl y Marta. Nuestro helicóptero comenzó a alzarse y al poco pude ver como el otro hacía lo mismo, mientras los soldados trataban de saltar a su interior.

Los inmortales llegaron hasta ellos antes de que pudiesen coger la suficiente altura para estar a salvo y se agarraban con todas sus fuerzas a cualquier cosa, ya fuesen las ruedas, o cualquier otro elemento del helicóptero al que pudiesen aferrarse para no dejar escapar a su presa.

Debido al peso de las decenas de muertos que ya se agolpaban a su alrededor, el helicóptero empezó a virar hacia un lado, inclinándose. La hélice superior del aparato tocó el suelo, partíendose en mil pedazos y haciendo que el helicóptero se estrellase.

- Sabía que no debíamos haber venido a por ellos, ¡joder! Hemos perdido otro helicóptero, otro piloto y valioso material para rescatar a cuatro civiles - Gritó un soldado.

- ¡Cállate! - Le ordenó el cabo Fernández. - Hemos hecho lo que debíamos.

Mientras nos alejábamos podía ver a cientos de muertos que se agolpaban sobre el helicóptero, ahora ya invisible. Un pequeño fuego salía de la multitud, producido por el helicóptero al chocar contra el suelo, pero no parecía importarles lo más mínimo. Ojalá terminasen todos carbonizados.

PostHeaderIcon Capitulo 38

Nos encontrábamos en una carretera que se extendía hasta el horizonte, en medio de ninguna parte.

Hasta entonces, pese a que no lo había dicho ella directamente, creía que Violet debia trabajar para el gobierno inglés, pero las cosas no encajaban. Nadie se ponía en contacto con ella. ¿Por qué enviarían a una sola persona a por algo tan importante? ¿Por qué su gobierno no informó al nuestro del peligro que se avalanzaba sobre nosotros? Hubiese sido más fácil hacer una llamada y que interceptasen el paquete que correr el riesgo de que todo esto se desatase.

- Ya no tiene sentido que te lo oculte durante más tiempo. Tenía la esperanza de poder volver a hacer mi vida de siempre al salir de la ciudad, pero parece que esto ha llegado demasiado lejos y dudo que haya ejército capaz de haber podido parar esto.

Como sabes la industria cosmética mueve miles de millones de libras, euros o dólares al año. La gente cada vez más se aferra a este mundo material y quiere aparentar tener menos edad que la que realmente tiene. Todo empezó así, buscando un nuevo producto cosmético capaz de hacer rejuvenecer algunas células.

-Yo trabajaba en la mayor empresa inglesa de cosmética y me dieron un presupuesto de millones de libras para ver si era capaz de encontrar un producto que permitiese a la empresa sacar ventaja frente a la competencia y así monopolizar de alguna forma el mercado. De eso hará unos tres años.

Me hice con el mejor equipo que pude y empezamos a trabajar en el producto del siglo XXI que toda mujer querría tener. Empezamos trabajando con todo tipo de cosas, ¿has visto los anuncios de baba de caracol? No importa lo repugnante que sea, la gente lo comprará si funciona -o cree que funciona- así que nos pusimos a trabajar con infinidad de cosas que ni te imaginarías.

Pasaron dos años, los resultados no llegaban y desde arriba amenazaban con cerrarme el grifo y quitarme el proyecto si no conseguía resultados. Es lo que tienen los proyectos de investigación, no importa si llevas trabajando en ellos un año o diez, sólo importan los resultados, y no teníamos nada en ese momento.

Entonces fue cuando conocimos de la existencia de la turritopsis. Tomamos los trabajos que ya se habían hecho hasta el momento y en poco tiempo obtuvimos unos resultados magníficos.

Conseguimos una crema que retrasaba el envejecimiento de la piel, mejor dicho, lo frenaba en seco. ¿Sabes lo que significaba eso? Nos haríamos literalmente de oro. Ya lo habíamos encontrado, ya teníamos lo que habíamos estado buscando esos últimos años pero como bien sabes las cosas no acabaron bien. Fuimos demasiado codiciosos, demasiado ambiciosos y es que entonces se abrieron otras puertas, otros proyectos mucho mayores.
Desde la empresa decidieron no sacar el producto a la venta e intentar no sólo frenar el envejecimiento de la piel, sino el de todo un organismo.

Así fue como empezamos a trabajar en la vida eterna, y a partir de aquí todo empezó a ir mal-.

- ¿Que pasó? -Pregunté, intrigado.

-Hubieron problemas dentro del equipo. Pequeños roces que cada día se hacían más notables hasta que un día el equipo se partió en dos. La mitad seguimos trabajando para nuestra empresa y los otros nos robaron la información y se la vendieron al mejor postor, en este caso los laboratorios franceses de Burdeos.

Empezaron las prisas, quien antes sacase el producto se forraría mientras que el otro no sería más que la copia barata por lo que la empresa nos presionaba para que obtuviésemos resultados lo antes posible. No entendían que aunque nos ofreciesen todo el dinero del que disponían era imposible hacerlo más rápido.

Conseguimos darle la vida eterna a seres unicelulares, a algunas bacterias. Especies que tenían ciclos vitales de minutos u horas conseguían sobrevivir durante todo el tiempo que las dejásemos. Incluso si las sometíamos a condiciones extremas ya fuesen de temperatura, presión, humedad o lo que fuese seguían viviendo así que parecía que lo habíamos conseguido. Nada más lejos de la realidad...

El día que hicimos el primer ensayo con mamíferos nos dimos cuenta de lo lejos que estábamos de conseguirlo. Inoculamos la muestra en un ratón y parecía que funcionaba, pero al someterlo a diferentes pruebas murió... ¡Pero volvió a la vida! Volvió y empezó a atacar a los demás ratones, fue un desastre.

Y entonces fue cuando desde Francia anunciaron su producto. En realidad no habían conseguido más que nosotros. Contábamos con espías en su empresa, ¿no se creerían que después de robarnos la idea y nuestro trabajo iban a irse sin más, no? y nos comentaron que habían conseguido lo que nosotros unos meses atrás, hacer que un organismo unicelular sobreviviese. Después lo habían probado en mamíferos y estos habían respondido bien, pero no se habían dado cuenta de que volverían a la vida puesto que no los habían llevado a situaciones límite. Simplemente habían dejado que la vida siguiese su curso y habían visto que el ratón no moría pese a sobrepasar con creces su esperanza de vida.

- ¿Y las pruebas en humanos? - Pregunté.

- No hubieron. Fueron tan imbéciles y tales eran las prisas por sacarlo al mercado que ya lo estaban empaquetando antes de probarlo. Aunque realmente dudo que lo sacasen a la venta antes de probarlo.

- ¿Y cómo fue que salió entonces si lo iban a probar? ¿Y tu contacto, sigue en Burdeos?- Las preguntas se apilaban en mi cabeza.

- Ni idea. Lo último que supimos es que alguien más tenía uno o más topos en Burdeos y estaban sacando el producto que aún estaba en pruebas. Era de esperar. ¿El descubrimiento más grande de la historia y se lo iban a quedar ellos? Sin duda todo el mundo estaba informado de esto, y con todo el mundo no me refiero a los civiles, me refiero a los servicios de inteligencia de todo el mundo. Salieron algunas muestras de Francia y a mí me mandaron hacia aquí a interceptar la muestra que iba a recibir tu amigo.

- ¿Y quién era el contacto de Ramón?

- Ni idea. No sé ni cuántas muestras salieron de Francia ni hacia donde. A mí simplemente me mandaron hacia aquí a interceptar esta. Sin duda salieron más y seguramente los serivicos de inteligencia americanos, rusos y chinos tengan que ver con esto, pero no tengo información de primera mano al respecto.


Mi cabeza era como una biblioteca en la que los libros se encuentran esparcidos por todas partes y ahora tocaba ordenar toda esta nueva información y sacar unas conclusiones para poder tomar las próximas decisiones.

Seguí conduciendo. Poco a poco iba asimilando todo y tenía la impresión de que en la frontera no nos esperaría nadie, al menos vivo.

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