PostHeaderIcon Capitulo 39

Habían sido dos días duros, durísimos. No sólo por no tener ya alimento, si no por el incesante bramido de esas bestias que se agolpaban alrededor de todo el recinto. Incluso en la parte más interior de las instalaciones sus gritos eran audibles.

No se nos había ocurrido nada para salir de allí. Era imposible saltar la verja e intentar correr; habían cientos, miles de ellos. Muchos más que hacía dos días. Se agolpaban unos sobre otros y en cualquier momento la montaña de muertos rebasaría por alto la verja, no había duda.

Hacía un día, viendo que tarde o temprano conseguirían entrar, habíamos decido encerrarnos en las instalaciones y no salir a los jardines. Estuvimos buscando algún conducto o cañería lo suficientemente grande por la que poder salir de allí bajo tierra, pero no hallamos nada.

Habíamos empezado a resignarnos, empezado a ser conscientes de que aquella piscina sería nuestro sepulcro.

- ¡Vamos a morir! - Gritaba Marta golpeando una pared con su puño mientras lloraba. Raúl fue a consolarla posando una de sus manos sobre su hombro derecho.

- ¿Vamos a morir mami?

- No cariño, claro que no.- No creía ni una palabra de las que acababa de decir, pero no podía decirle la verdad. No a una niña. No a mi hija.

El chico pelirojo salió de la sala donde nos encontrábamos.

- ¿Dónde va? - Nos preguntó Rubén sabiendo que no obtendría respuesta. - ¡Oye! ¡Vuelve chaval!

Salimos tras él y empezó a correr por los pasillos de las instalaciones. Se dirigía hacia la puerta. Seguramente la presión había podido con él y al no poder aguantar más había decidido que lo mejor era entregarse y acabar con la agonía.

- ¡No lo hagas! - Le gritó Raúl.

Abrió la puerta de las instalaciones y el gruñido de los inmortales resonó más fuerte que nunca. Pero además de sus rugidos, había algo más. Un ruido de fondo que cada vez se hacía más audible comenzó a silenciar a los muertos.

- ¿Qué pasa?- Pregunté saliendo con la niña en brazos. Todos miraban al cielo, poníendose una mano sobre los ojos para protegerse del Sol que brillaba como cualquier otro día, ignorante de lo que estaba sucediendo. Sin duda, con humanos o sin ellos, todo seguiría adelante.

Imité a mis compañeros y entonces lo vi. Eran dos helicópteros que se acercaban a nuestra posición. Marta y Raúl comenzaron a gritar y a hacer aspavientos para llamar la atención, pero era evidente que ya nos habían visto.

Conforme se acercaban pude ver que eran dos helicópteros militares. Eran de color verde oscuro y no llevaban ningún distintivo visible, almenos a la distancia a la que se encontraban.

- ¡Son dos Super Puma! - Exclamó Raúl, que parecía emocionantísimo.
- ¿Eso es bueno o es malo? - Preguntó Rubén.
- Bueno. Se trata del AS332 SuperPuma del ejército español. Estamos salvados.

Los helicópteros dieron un par de vueltas sobre nuestras cabezas, supongo que sopesando la posiblidad de aterrizar en los jardines. Seguramente no era el mejor sitio donde posar esos dos pájaros metálicos, pero no había otra opción.

Finalmente acabaron aterrizando sobre los jardines, destrozándolos por completo. Me aparté el pelo de la cara para ver como varios soldados armados con fusiles salían de uno de los helicópteros mientras que el otro sólo abría su portón corredero.

Uno de los soldados parecía tener un rango superior o diferente a los otros dos que se nos acercaban. Él mismo fue quien habló al llegar hasta nuestra posición.

- Hola, soy el cabo Fernández, ¿hay más supervivientes? Hay que salir de aquí cuanto antes.
- No, no hay nadie más ¿Cómo nos han encontrado? - Pregunté.
- No hay tiempo para explicaciones, suban y de camino al estadio les informaremos de la situación.
- ¿Estadio? - Preguntó Raúl, sorprendido.

En ese momento un par de muertos, los que se encontraban en la parte más alta de la montaña de cadáveres, consiguieron saltar al interior del recinto y comenzaron a correr hacia nosotros.

- ¡Vámonos! - Grito el cabó Fernández empujándonos hacia los helicópteros.

Los dos soldados rasos que lo acompañaban alzaron sus fusiles y comenzaron a disparar. Los cadáveres cayeron, pero se volvieron a levantar y continuaron corriendo. Otra ráfaga los envió al suelo de nuevo, a uno de ellos con la cabeza en mil pedazos. Eso no le impidió levantarse y salir corriendo, aunque esta vez lo hizo en la dirección equivocada y acabó chocando contra la verja metálica.

Subimos a los helicópteros. Rubén, Laura, el chico pelirojo, el cabo Fernández yo subimos al primero mientras que Marta y Raúl subieron en el otro. Los dos soldados rasos continuaban disparando sobre los cuerpos maltrechos de lo que algún día fueron personas.

Ahora ya eran varias docenas los muertos que habían conseguido pasar la verja y corrían hacia los helicópteros.

Las hélices empezaron a girar mientras los dos soldados todavía disparaban a la vez que iban reculando hacia el helicóptero donde se encontraban Raúl y Marta. Nuestro helicóptero comenzó a alzarse y al poco pude ver como el otro hacía lo mismo, mientras los soldados trataban de saltar a su interior.

Los inmortales llegaron hasta ellos antes de que pudiesen coger la suficiente altura para estar a salvo y se agarraban con todas sus fuerzas a cualquier cosa, ya fuesen las ruedas, o cualquier otro elemento del helicóptero al que pudiesen aferrarse para no dejar escapar a su presa.

Debido al peso de las decenas de muertos que ya se agolpaban a su alrededor, el helicóptero empezó a virar hacia un lado, inclinándose. La hélice superior del aparato tocó el suelo, partíendose en mil pedazos y haciendo que el helicóptero se estrellase.

- Sabía que no debíamos haber venido a por ellos, ¡joder! Hemos perdido otro helicóptero, otro piloto y valioso material para rescatar a cuatro civiles - Gritó un soldado.

- ¡Cállate! - Le ordenó el cabo Fernández. - Hemos hecho lo que debíamos.

Mientras nos alejábamos podía ver a cientos de muertos que se agolpaban sobre el helicóptero, ahora ya invisible. Un pequeño fuego salía de la multitud, producido por el helicóptero al chocar contra el suelo, pero no parecía importarles lo más mínimo. Ojalá terminasen todos carbonizados.

0 comentarios:

Seguidores