PostHeaderIcon Capitulo 27

- ¿Nos piensas decir a dónde nos llevas? - Protestó Vanesa.
- Salgamos de aquí. Ahora os lo explico - Le contestó Violet sin mirarla.

Vimos a algunos muertos, incluida la chica de la rodilla rota, pero ellos no nos vieron. Estaban siguiendo a algo o alguien al otro lado de la calle. Salimos del pueblo por donde habíamos entrado sin perder la referencia de unas montañas en el horizonte que teóricamente, y según las indicaciones del chico, estaban en dirección norte y nos dirigimos nuevamente hacia la carretera principal que habíamos abandonado horas antes cuando nos dirigíamos hacia el pueblo.

- Deberíamos buscar un lugar donde descansar. Y después pensar de dónde vamos a sacar comida y agua. Tenemos provisiones para los próximos tres días, nada más. - Indiqué mientras rebuscaba en la mochilla que llevaba con la estúpida esperanza de que la comida se hubiese multiplicado en su interior desde la última vez que la había abierto.

- ¿Todavía tienes la caja donde venía éternité? - Me preguntó Violet.

- Sí, la lleva Vanesa en su mochila. - Respondí.

Vanesa abrió la mochila y sacó la caja de éternité, que estaba arrugada y bollada por ir entre todas las demás cosas. Violet se la arrebató de las manos y la empezó a inspeccionar, como si supiese lo que buscaba.

- ¿Qué buscas? Ya examinamos la caja y el manual y no había nada que nos pudiese ayudar.

- Aquí. Mirad. Está la dirección de los laboratorios. Se encuentran en un polígono industrial de Burdeos.

- ¿Y qué nos importa eso? - Pregunté, sin saber qué quería decir.

- Se ha extendido. Vuestro gobierno ha fracasado al intentar contener la epidemia. Sabe Dios cuánta gente infectada logró escapar del campamento que instaló el ejército y dónde se encontrarán ahora. Por lo que han contado estos chicos, cada cual tomó su camino por lo que sólo es cuestión de tiempo que se vayan dando brotes en todas las ciudades cercanas. Ésto no tardará más de unas cuantas horas en pasar, si no es que ya ha pasado, como en el pueblo en el que acabamos de estar. Y una vez la cantidad de muertos sea lo suficientemente grande, será imposible contenerlos.

- No me has contestado - Dije.

- Lo que te quiero decir es que no queda un lugar seguro donde vivir. Por mucho que te atrincheres en una isla, en un búnquer nuclear o en cualquier otro lugar que te imagines, tarde o temprano los víveres se acabarán y la gente que allí haya morirá de hambre. ¿Realmente crees que el paquete que le llegó a Ramón era el único que se envió? ¡Ojalá! Pero hay que ser ingénuo para creer eso.

- Sigues sin contestarme. ¡Explícanos de una vez qué tienes en la cabeza! - Exploté como hacía tiempo que no lo hacía. Todo lo que estaba diciendo era jodidamente cierto pero yo en ese momento era incapaz de asimilarlo.

- Debemos buscar una solución y si en algún lugar la podemos encontrar es en Burdeos. Debemos viajar a Burdeos.

- ¿A pie? Son más de tres cientos kilómetros. Es una locura. Será más de un mes de viaje y una vez allí nadie te asegura que encuentres nada. Quizá ya estén todos muertos. O quizá ni te dejen entrar.

- ¿Se te ocurre algo mejor? Proponlo. Te esucho. - Me retó.

Cuando el silencio ya se había apoderado de la conversación Violet se giró y echó a andar.

- Vamos, hay que encontrar un sitio donde descansar y conseguir alimento antes de partir.

- Sólo dime una cosa más ¿Cómo sabías que el chico tendría idea de hacia donde estaba el norte? ¿Y cómo sabes que no te engaña?

- Mientras tu te lavabas nos enseñaron lo que tenían "útil" y entre un machete, una cantimplora y unos prismáticos, había también una brújula. Sin duda estando toda la tarde encerrados habrían mirado hacia donde estaba el norte. Y cómo sé que me dijo la verdad... Nos estaban condenando a muerte "invitándonos" a salir fuera, sin comida ni un lugar a donde ir, así que, por puro remordimiento estoy casi segura de que me dijo la verdad.

0 comentarios:

Seguidores